OS ENTREGO MI VIDA

miércoles, 31 de diciembre de 2008

LA NAVIDAD III - LOS MAGOS


Estos personajes aún siguen suscitando muchos interrogantes, sobre todo desde un punto de vista histórico porque desde una perspectiva teológica su sentido es recogido en la fiesta de la Epifanía: manifestación de Dios en aquel niño de Belén como el Señor de todos los pueblos respresentados en las figuras de los Magos de Oriente que por los datos que se poseen arqueológicos y evangélicos, muy probablemente habría que situarlos en Persia donde la astrología y el zoroastrismo eran practicas religiosas que parecen identificarse con estas figuras enigmáticas que la tradición ha dicho que eran tres en concordancia con el número de regalos que pusieron a los pies del Señor. Si queréis una información más completa os pongo este enlace.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

LA NAVIDAD II-LOS PASTORES


No sé si estamos al corriente de que lo que se nos narra en los relatos evangélicos del Nacimiento de Jesús, está lleno del significado salvador que supone para la historia toda la vida de Jesús de Nazaret: la liberación y la esperanza para aquellos que las sociedades de todos los tiempos han considerado apartados y "malditos" por diferentes motivos: raciales, sociales, económicos, ideológicos, religiosos..., en definitiva, a los que se les ha negado hasta el derecho de ser considerados "personas" y se les ha apartado sin misericordia, con una indiferencia más letal que la misma muerte. En Belén estas figuras marginales están representadas por los pastores a los que, no por casualidad, el acontecimiento del Dios con nosotros, se les anuncia con prioridad respecto a otros personajes contemporáneos: reyes, pueblo, sabios y sacerdotes judíos ¿por qué?, porque es en las situaciones personales y sociales al límite, en donde Dios demuestra todo su poder de amor y acogida. Los pastores, en definitiva son el prólogo de lo que será toda la vida de Jesús: la actitud de Dios con los hombres, una actitud de preferencia por los que más sufren y por los que son apartados por prejuicios y exigencias morales frías, sin amor, especialmente con el prójimo.

Los pastores, en la Palestina del siglo I, erán considerados gente sucia y zafia, vivían apartados por norma general, de los ambientes urbanos y religiosos, no participaban en la prácticas cultuales que exigía la Ley por lo que eran vistos como pecadores y por ello se les despreciaba, especialmente por los que se consideraban y gustaban de ser considerados judíos piadosos. Entendemos así mejor, cómo son escogidos por el Señor para despertar en ellos la esperanza por ser amados sin condiciones, amados por el mismo Dios que aquellos paisanos "piadosos" decían seguir y amar por cumplir su Ley. Todo un escándalo para los buenos de conciencia moral perfecta, y para los que frecuentaban los cultos del templo sin una vida en consonancia con dicho culto.

viernes, 19 de diciembre de 2008

LA NAVIDAD I


ORIGEN: Es muy probable, aunque hay autores que no opinan igual, que los Papas eligieran el 25 de Diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús con el fin de que los fieles cristianos se apartaran de las celebraciones paganas del solsticio de invierno. La Navidad venía así a ocupar el lugar que todavía llenaban esas fiestas saturnales y otras propias del invierno en Roma. Reinando Constantino el Grande, la iglesia propuso que el 25 de diciembre se celebrara el nacimiento del Salvador por su coincidencia con la celebración romana del Sol Invictus. en el año 345 d.c. el día 25 era fiesta de Navidad en Occidente. En Oriente, sin embargo, la celebran el 6 de enero, pero la influencia de San Juan Crisóstomo, padre de la Iglesia de Oriente y patriarca de de Alejandría, y de San Gregorio Nacianzeno, el teólogo, amigo de San Basilio, consiguió que adoptaran el 25 de diciembre.

SENTIDO: Sin ser la fiesta más importante de la fe cristiana, es, sin duda alguna, la celebración que nos recuerda que la historia del hombre entró en una "Nueva Creación" con la venida del "Emmanuel", el Dios con nosotros, Dios hecho uno de nosotros, nacido como nosotros para compartir nuestra vida llena de dichas y sufrimiento, sanándola e iluminándola de esperanza y alegría, innaugurando la nueva humanidad llamada a unirse a Dios, su origen y meta, alfa y omega.

LOS EVANGELIOS: El acontecimiento del Nacimiento del Señor es tratado sólo por Mateo y Lucas. Llama poderosamente la atención que, generalmente, la enseñanza tradicional catequética de este acontecimiento se haya centrado exclusivamente en los hechos extraordinarios con que es descrito y no nos hayamos parado a pensar que una cosa es el género literario que utiliza el evangelista y otra la experiencia de Dios que transforma la vida de quien la vive o la ha vivido como es el caso de María o José. Ësta es una experiencia íntima, sometida a la ambigüedad de nuestra realidad humana que en un acto de libertad total, puede decir sí, como lo hizo María, o simplemente, rechazarla, por eso hablamos de FE. Los relatos de la Natividad del Señor, al margen de las imágenes literarias que se utilizan, ponen de manifiesto que no fue fácil la vida de José y María al decidir llevar a cabo la vocación a la que habían sido llamados: Madre del Hijo de Dios y padre de acogida de un niño que no era suyo. A esto hay que añadir que "no había sitio para éllos" en el momento crítico del nacimiento de Jesús. Parece que se vuelve a repetir hoy este hecho: no hay sitio para el Señor en nuestra vida, pero él sigue intentando entrar en nuestro aposento, nacer en él para iniciar la relación salvadora que nos lleve a reconocerlo como el Salvador del mundo, el mismo mundo en el que puso su tienda pero lo rechazó, como dice San Juan en su Prólogo: Jn 1,11-12.

martes, 18 de noviembre de 2008

CEFERINO, EL SANTO DE LOS GITANOS


Es probable que la mayor parte de la etnia gitana no esté al corriente de la existencia este personaje tan especial: santo y gitano. Su historia está llena de anécdotas alguna de la cuales revela un sentir hacia los gitanos cargado de prejuicios, un sentir que había y sigue habiendo en nuetra sociedad moderna. Por eso, aprovechando que el día 22 de Noviembre es el Día dedicado a los gitanos, quiero ofrecer un espacio dedicado a un santo de raza calé desconocido para muchos, pero que manifiesta que la santidad no entiende ni de razas ni de sexo ni de color. El día en el que se celebra su santidad es el 4 de Mayo.
Resultan interesantes las palabras que pronunció el día de su beatificación, 4 de Mayo de 1998, el Papa Juan Pablo II, y que están al final de la presente exposición.


Ceferino Giménez Malla, hijo de padres gitanos españoles, conocido como «el Pelé», nació en Fraga (provincia de Huesca), según se estima, el 26 de agosto de 1861, fiesta de san Ceferino Papa. Hoy es el primer beatificado de su raza, y fue seglar de la Tercera Orden Franciscana.

Familia y virtudes

Como su familia, Ceferino también fue un gitano que vivió siempre como tal. De niño recorrió los caminos montañosos de la región, dedicado a la venta ambulante de los cestos que fabricaba con sus manos.
Todavía joven, se casó, al estilo gitano, con Teresa Giménez Castro, gitana también, de Lérida, y se estableció en Barbastro. En 1912 se unieron nuevamente por el rito católico. Comenzó desde entonces a frecuentar la iglesia y fue tenido por cristiano modelo.
Dos cosas llamaban poderosamente la atención de su personalidad: su generosidad con los más necesitados y su amor por los niños, a los que enseñaba catequesis. Fue muy devoto de la Virgen y tratante de caballerías ejemplar y honrado.
Por su reconocida prudencia y sabiduría, lo solicitaban payos (los no gitanos) y gitanos para solucionar los conflictos que a veces surgían entro ellos.
Era muy piadoso: de misa y rosario diarios y comunión frecuente.Y muy caritativo: socorría a todos con sus limosnas. Los hombres buenos a veces van a prisión
Acusado injustamente de robo y encarcelado, fue declarado inocente al comprobarse su inocencia. El abogado que lo defendía dijo, sin imaginar que profetizaba: “El Pelé no es un ladrón, es san Ceferino, patrón de los gitanos”.
Aunque no supo nunca ni leer ni escribir, era amigo de personas cultas y fue admitido como miembro en diversas asociaciones religiosas. “El Pelé” era una institución de virtudes. Las crueldades de una guerra civil.

La guerra civil española (1936-1939), caracterizada por el choque entre diversas líneas políticas, el anarquismo, el socialismo y el comunismo que campearon en la España republicana, por un lado, y el fascismo de la derecha monárquica nacionalista, por otro, se caracterizó, como es costumbre en las guerras civiles, por los actos de barbarie en que los inocentes suelen pagar los platos rotos, y también los pagan aquellos que mantienen posiciones ideológicas antagónicas o irritantes para los que detentan el poder. Tal fue el duro destino de la Iglesia en la España republicana. Se desató una matanza de cat´´ólicos que llevó al historiador de izquierda Hugh Thomas a decir: “nunca en la historia de Europa y quizá en la del mundo se había visto un odio tan encarnizado hacia la religión y sus hombres”.
Vittorio Messori nos alcanza una cita de Salvador de Madariaga, testigo directo, antifranquista convencido, republicano y exiliado después de la derrota, por lo tanto, lejos de toda sospecha de parcialidad: “Nadie que tenga buena fe y buena información puede negar los horrores de aquella persecución: durante años, bastó únicamente el hecho de ser católico para merecer la pena de muerte, infligida a veces en las formas más atroces”.

La vida por el prójimo
Al inicio de la guerra civil, en los últimos días de julio de 1936, Ceferino fue detenido por salir gritando en defensa de un sacerdote al que los milicianos arrastraban por las calles de Barbastro para llevarlo a la cárcel, y por llevar un rosario en el bolsillo. Le ofrecieron la libertad si dejaba de rezar el rosario. Prefirió permanecer en la prisión y afrontar el martirio.
En la madrugada del 8 de agosto de 1936, Ceferino Giménez fue fusilado junto a las tapias del cementerio de Barbastro. Murió con el rosario en la mano, mientras confesaba su fe: “Viva Cristo Rey”. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de mayo de 1997, y estableció que su fiesta para el mismo día del calendario.

La exhortación papal
En su discurso para beatificarlo el Papa dijo que “su vida muestra cómo Cristo está presente en los diversos pueblos y razas, y que todos están llamados a la santidad, la cual se alcanza guardando sus mandamientos y permaneciendo en su amor (cf. Jn 15,11). Resaltó sus virtudes, su amor a los pobres, su inteligencia natural y su don de consejo, y de modo especial su fidelidad a la raza calé.
Añadió el Papa: Su vida cristiana nos recuerda a todos que el mensaje de salvación no conoce fronteras de raza o cultura, porque Jesucristo es el redentor de los hombres de toda tribu, estirpe, pueblo y nación (cf. Ap 5,9).
En el discurso a los peregrinos que llegaron a Roma para la beatificación, mostró el Pontífice especial preocupación por las discriminaciones que los gitanos han sufrido a través de los tiempos el Papa les dijo: “es necesario que se superen antiguos prejuicios que os llevan a padecer formas de discriminación y rechazo que a veces conducen a una no deseada marginación del pueblo gitano.”
Luego los instó a imitarlo en su piedad cristiana y su devoción a María “que vosotros invocáis como ‘Amari Develeskeridaj’, (Nuestra Madre de Dios), para que ella sea la Estrella que guíe y alegre vuestros pasos.”

lunes, 10 de noviembre de 2008

AÑO PAULINO


Hace un año, en la Basílica de san Pablo Extramuros en Roma, el Papa Benedicto XVI proclamó un año jubilar dedicado al apóstol san Pablo (del 28 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009), al celebrarse los 2.000 años del nacimiento del Apóstol de las Gentes. Se trata de “un año simbólico” pues nadie sabe exactamente cuándo nació. Es tal la importancia de este personaje para el cristianismo, se reconoce que en gran medida gracias a su labor, éste no se convirtió en una secta más del Judaísmo, que merece la pena disponer de información sobre su vida, una vida nada nada aburrida. Su personalidad y carácter se van descubriendo en su obra a través de sus exhortaciones y quejas ante los problemas y necesidades que fueron surgiendo en las comunidades que visitó y/o fundó, también Lucas, en el libro de los Hechos, nos da alguna información, como que nació en Tarso de Cilicia (Hechos, 21, 39), de un padre que era ciudadano romano (Hechos, 22, 26-28; cf. 16, 37). De igual modo, su epístolario supone un magnífico documento para conocer la realidad del cristianismo del siglo I.

Personaje controvertido, es indudable su papel organizador y su labor teológica en la Iglesia primitiva. Llamado con razón, Apóstol de los Pueblos, su labor misionera le llevó al corazón del Imperio donde fue ejecutado junto con Pedro, en la persecución decretada por Nerón contra los cristianos, Tácito [Anales XV, 44, 2-5]. Pincha aquí para obtener más información sobre San Pablo y sobre el año Paulino.

domingo, 2 de noviembre de 2008

DÍA DE LOS DIFUNTOS


Acabo de recibir de un amigo esta reflexión del teólogo suizo Hans Küng, que quiero compartir con vosotros. Es, ciertamente, hermosa. Nos recuerda que lo humano y lo divino están tan unidos que cuando el hombre sufre o se alegra, el Dios de Jesucristo sufre o se alegra, e incluso muere con el hombre para abrirlo a su dimensión divina de eterna bienaventuranza.

'CON ESA FE QUE CONFIA DEBERÍA SER POSIBLE UN SENTIDO A LA VIDA INCLUSO ALLÍ DONDE TIENE QUE CAPITULAR LA RAZÓN PURA, EN VISTA DEL SUFRIMIENTO ABSURDO, DE LA MISERIA INCONMESURABLE, DE LA CULPA IMPERDONABLE. HE RESUMIDO LO ESENCIAL DEL CRISTIANISMO EN UNA BREVE FÓRMULA QUE ME HA AYUDADO A CAMINAR POR UNA VIDA DE PENAS Y ALEGRIAS DE ÉXITO Y DOLOR':

SIGUIENDO A JESUCRISTO
EL HOMBRE PUEDE, EN EL MUNDO DE HOY,
VIVIR, OBRAR, SUFRIR, MORIR,
DE MODO AUTÉNTICAMENTE HUMANO,
EN LA DICHA Y EN LA DESDICHA,
EN LA VIDA Y EN LA MUERTE,
SOSTENIDO POR DIOS Y AYUDANDO A LOS HOMBRES (Hans Küng).


CREER EN LA RESURRECCIÓN, HOY.
Creer en la resurrección, hoy es hacer un profundo acto de fe.
Pero creer en la Resurrección no significa aceptar intelectualmente que Jesucristo resucitó, como se acepta que Colón descubrió America o que el cuadrado de la hipotenusa es igual a..., porque es algo demostrado o porque así nos lo enseña...sin que nada de afecte a la proìa vida.

Creer en la Resurrección, hoy, es...

Vivir con la plena convicción de que el mal no es lo definitivo.
Tomar conciencia de que nuestra vida no es un paréntesis entre dos nadas, de que la muerte es un nuevo nacimiento- esta vez definitivo....Y vivir con la gozosa convicción de que , más alla de la historia, nos esperan los brazos del Padre.
Caminar con esperanza, a pesar de todo lo que vemos alrededor de nuestro camino.
Confiar totalmente en la utopia, porque en definitiva, no son los ténicos o los científicos, sino los utópicos los que a la larga tienen la razón. La utopia siempre es posible.
Vivir con el corazón perpetuamente alegre por esto y proclamarlo con nuestra vida.

' La fe en el resurrección no consiste simplemente en creer que alguien llamado Jesús murió y resucitó.Así formulada, la creencia respondería solamente a un mito.La fe en la resurrección se vuelve realidad vivida y existencia humana en el momento en que, clavado en la cruz, el hombre se siente llamado al desafio de la esperanza contra toda apariencia' (Comblin, J).

miércoles, 15 de octubre de 2008

LA VIDA, UN DON.


El aborto no puede ser un signo de progreso, al contrario, es la actitud que nos sigue recordando que hay muchas costumbres brutales del pasado de las que aún no nos hemos desprendido. Lo peor, es que lejos de solucionar un problema social, va transformando la cultura en una cultura de muerte y a las personas las va encerrando en sí mismas. No puede haber solidaridad y justicia plenas en este mundo mientras haya un ser humano desde su concepción, al que se le niega el derecho a vivir. Pincha aquí para obtener más información.

Historia de la Iglesia

Interesante enlace para obtener información sobre los primeros siglos del cristianismo. Pincha aquí

sábado, 11 de octubre de 2008

ANDRÉ FROSSARD


La absolutización de las ideas suele ser un grave problema para cualquier sociedad o para cualquier individuo que lo sufra. El fundamentalismo de toda índole es una de las lacras que la Historia de la Humanidad con sus millones de víctimas pone de manifiesto y que alerta de que la única vía para la Paz y la Justicia pasa por la sincera búsqueda de la Verdad desde la posicición que hayamos elegido para nuestra vida. El hombre de fe sabe que el Dios de Jesús de Nazaret no mira las apariencias sino el corazón, gratuito para dar sus dones a todo ser humano de buena voluntad, André Frossard es un ejemplo entre muchos.
Os cuelgo este testimonio fresco y desenfadado que en realidad es un estracto de un libro, cuyo título tenéis abajo, de este periodista-escritor francés fallecido en la decada de los noventa del siglo pasado.
Que lo disfrutéis
.


Dios existe y yo me lo encontré
André Frossard

Ateo por la familia, encontró la fe en un instante:

André Frossard nació en Francia en 1915. Como su padre, Ludovic-Oscar Frossard, fue diputado y ministro durante la III República y primer secretario general del Partido Comunista Francés, Frossard fue educado en un ateísmo total. Encontró la fe a los veinte años, de un modo sorprendente, en una capilla del Barrio Latino, en la que entró ateo y salió minutos más tarde "católico, apostólico y romano".

Ateo perfecto, pues no se planteaba el problema de Dios:

El ateísmo en André Frossard y su posterior y repentina conversión se entienden un poco más contemplando su propia familia, como nos lo cuenta él mismo: "Eramos ateos perfectos, de esos que ni se preguntan por su ateísmo. Los últimos militantes anticlericales que todavía predicaban contra la religión en las reuniones públicas nos parecían patéticos y un poco ridículos, exactamente igual que lo serían unos historiadores esforzándose por refutar la fábula de Caperucita roja. Su celo no hacia más que prolongar en vano un debate cerrado mucho tiempo atrás por la razón. Pues el ateísmo perfecto no era ya el que negaba la existencia de Dios, sino aquel que ni siquiera se planteaba el problema. (...)

El mundo: material y explicable:

Dios no existía. Su imagen o las que evocan su existencia no figuraban en parte alguna de nuestra casa. Nadie nos hablaba de Él. (...) No había Dios. El cielo estaba vacío; la tierra era una combinación de elementos químicos reunidos en formas caprichosas por el juego de las atracciones y de las repulsiones naturales. Pronto nos entregaría sus últimos secretos, entre los que no había en absoluto Dios.

"Si a los veinte años quiere creer... ".

¿Necesito decir que no estaba bautizado? Según el uso de los medios avanzados, mis padres habían decidido, de común acuerdo, que yo escogería mi religión a los veinte años, si contra toda espera razonable consideraba bueno tener una. Era una decisión sin cálculo que presentaba todas las apariencias de imparcialidad. ¿A los veinte años quiere creer? Que crea. De hecho, es una edad impaciente y tumultuosa en la que los que han sido educados en la fe acaban corrientemente por perderla antes de volverla a encontrar, treinta o cuarenta años más tarde, como una amiga de la infancia... Los que no la han recibido en la cuna tienen pocas oportunidades de encontrarla al entrar en el cuartel...

Su dormitorio:

Mi padre era el secretario general del partido socialista. Yo dormía en la habitación que, durante el día, servía a mi padre de despacho, frente a un retrato de Karl Marx, bajo un retrato a pluma de Jules Guesde (socialista que colaboró en la redacción del programa colectivista revolucionario) y una fotografía de Jaurès.

Fascinado por Marx:

Karl Marx me fascinaba. Era un león, una esfinge, una erupción solar. Karl Marx escapaba al tiempo. Había en él algo de indestructible que era, transformada en piedra, la certidumbre de que tenía razón. Ese bloque de dialéctica compacta velaba mi sueño de niño. (...)

Día para el aseo:

El domingo era el día del Señor para los luteranos, que a veces iban al templo, y para los pietistas, que se reunían en pequeños grupos bajo la mirada falta de comprensión de otros. Para nosotros era el día del aseo general, en el agua corriente del arroyo truchero, después del cual mi abuelo mi friccionaba la cabeza con un cocimiento de manzanilla..."

Navidad sin sentido:

En Navidad, las campanas de los pueblos cercanos, que no encontraban eco entre nosotros, extendían como un manto de ceremonia sobre la campiña muerta. Nosotros también nos poníamos nuestros trajes domingueros para ir a ninguna parte (...) Almorzábamos en la mejor habitación, sobre el blanco mantel de los días señalados.

La fiesta de nadie:

Pero ni el moscatel de Alsacia, ni la cerveza, ni la frambuesa, volvían a la familia más habladora. La comida, más rica que de costumbre, y el abeto, completamente barbudo de guirnaldas plateadas, nada conmemoraban. Era una Navidad sin recuerdos religiosos, una Navidad amnésica que conmemoraba la fiesta de nadie.

Sus padres unidos por el socialismo:
Entre las izquierdas la política se consideraba como la más alta actividad del espíritu, el más hermoso de los oficios, después del de médico, sin embargo. A ella debían mis padres, por otra parte, el haberse encontrado. Mi madre de espíritu curioso, había escuchado a mi padre hablar del socialismo ante un auditorio obrero, con la fogosidad de sus veinticinco años, una inteligencia combativa, una voz admirable. Desde aquel día, ella le siguió de reunión en reunión, por amor al socialismo, hasta la alcaldía. Cuando me contaba esa historia, yo no comprendía gran cosa. Para mí, mis padres eran mis padres desde siempre y no imaginaba que hubiesen podido no serlo en un momento dado de su existencia. La honestidad, la natural decencia de su vida en común, me habían dado del matrimonio la idea de una cosa que no podía deshacerse y que, al no tener fin, no había tenido comienzo.

La política llenaba la vida familiar:

Mi madre vendía al pregón el periódico de la Federación Socialista, completamente redactado por mi padre, entonces maestro destituido por amaños revolucionarios y reducido a la miseria. Pero la política llenaba la vida de mi padre. (...)

Jesucristo hubiera sido de los suyos:

Rechazábamos todo lo que venía del catolicismo, con una señalada excepción para la persona -humana- de Jesucristo, hacia quien los antiguos del partido mantenían (con bastante parquedad, a decir verdad) una especie de sentimiento de origen moral y de destino poético. No éramos de los suyos, pero él habría podido ser de los nuestros por su amor a los pobres, su severidad con respeto a los poderosos, y sobre todo por el hecho de que había sido la víctima de los sacerdotes, en todo caso de los situados más alto, el ajusticiado por el poder y por su aparato de represión".

Encontró a Dios sin buscarlo:

Pero sin tener mérito alguno Frossard, porque Dios quiso y no por otra razón, fue el afortunado en recibir el regalo de la conversión. El no buscaba a Dios. Se lo encontró: "Sobrenaturalmente, sé la verdad sobre la más disputada de las causas y el más antiguo de los procesos: Dios existe. Yo me lo encontré.

Como una sorpresa imprevista:

Me lo encontré fortuitamente -diría que por casualidad si el azar cupiese en esta especie de aventura-, con el asombro de paseante que, al doblar una calle de París, viese, en vez de la plaza o de la encrucijada habituales, una mar que batiese los pies de los edificios y se extendiese ante él hasta el infinito.

Bastaron cinco minutos:

Fue un momento de estupor que dura todavía. Nunca me he acostumbrado a la existencia de Dios.
Habiendo entrado, a las cinco y diez de la tarde, en una capilla del Barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra.

... y una alegría inagotable:

Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, y aún más que escéptico y todavía más que ateo, indiferente y ocupado en cosas muy distintas a un Dios que ni siquiera tenía intención de negar -hasta tal punto me parecía pasado, desde hacía mucho tiempo, a la cuenta de pérdidas y ganancias de la inquietud y de la ignorancia humanas-, volví a salir, algunos minutos más tarde, "católico, apostólico, romano", llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola de una alegría inagotable.

Una transformación instantánea y total:

Al entrar tenía veinte años. Al salir, era un niño, listo para el bautismo, y que miraba entorno a sí, con los ojos desorbitados, ese cielo habitado, esa ciudad que no se sabía suspendida en los aires, esos seres a pleno sol que parecían caminar en la oscuridad, sin ver el inmenso desgarrón que acababa de hacerse en el toldo del mundo. Mis sentimientos, mis paisajes interiores, las construcciones intelectuales en las que me había repantingado, ya no existían; mis propias costumbres habían desaparecido y mis gustos estaban cambiados.

En absoluto fue un proceso:

No me oculto lo que una conversión de esta clase, por su carácter improvisado, puede tener de chocante, e incluso de inadmisible, para los espíritus contemporáneos que prefieren los encaminamientos intelectuales a los flechazos místicos y que aprecian cada vez menos las intervenciones de lo divino en la vida cotidiana. Sin embargo, por deseoso que esté de alinearme con el espíritu de mi tiempo, no puedo sugerir los hitos de una elaboración lenta donde ha habido una brusca transformación; no puedo dar las razones psicológicas, inmediatas o lejanas, de esa mutación, porque esas razones no existen; me es imposible describir la senda que me ha conducido a la fe, porque me encontraba en cualquier otro camino y pensaba en cualquier otra cosa cuando caí en una especie de emboscada: no cuento cómo he llegado al catolicismo, sino como no iba a él y me lo encontré. (...)

No intervino en su conversión:

Nada me preparaba a lo que me ha sucedido: también la caridad divina tiene sus actos gratuitos. Y si, a menudo, me resigno a hablar en primera persona, es porque está claro para mí, como quisiera que estuviese enseguida para vosotros, que no he desempeñado papel alguno en mi propia conversión. (...)

Alarma familiar:

Ese acontecimiento iba a operar en mí una revolución tan extraordinaria, cambiando en un instante mi manera de ser, de ver, de sentir, transformando tan radicalmente mi carácter y haciéndome hablar un lenguaje tan insólito que mi familia se alarmó.


No había que inquietarse:

Se creyó oportuno, suponiéndome hechizado, hacerme examinar por un médico amigo, ateo y buen socialista. Después de conversar conmigo sosegadamente y de interrogarme indirectamente, pudo comunicar a mi padre sus conclusiones: era la "gracia", dijo, un efecto de la "gracia" y nada más. No había por qué inquietarse.

Según el médico, curaría de la enfermedad en un par de años:

Hablaba de la gracia como de una enfermedad extraña, que presentaba tales y cuales síntomas fácilmente reconocibles. ¿Era una enfermedad grave? No. La fe no atacaba a la razón. ¿Había un remedio? No; la enfermedad evolucionaba por sí misma hacia la curación; esas crisis de misticismo, a la edad en que yo había sido atacado, duraban generalmente dos años y no dejaban ni lesión, ni huellas. No había más que tener paciencia.

Sólo se le prohibió el proselitismo:

Se me toleraría mi capricho religioso a condición de que fuese discreto, como lo serían conmigo. Se me rogó que me abstuviese de todo proselitismo en relación con mi hermana menor. Ella se convertiría a pesar de todo al catolicismo, y mi madre también, bastantes años después de ella".

Best-seller mundial:

Frossard escribió el libro de su conversión, Dios existe. Yo me lo encontré, que mereció el Gran Premio de la literatura Católica en Francia en 1969, y que se convertiría en un best-seller mundial.

Intelectual católico incluyente:

En 1985 fue elegido miembro de la Academia y trabajó en la Comisión del Diccionario. Muere en París en 1995 a los 80 años de edad, tras haber sido uno de los intelectuales católicos franceses más influyentes de su país en el presente siglo.

André Frossard. Dios existe. Yo me lo encontré.

miércoles, 14 de mayo de 2008

AL-HALLAJ O EL AMOR CRUCIFICADO DEL SUFISMO


Al-Hállaj fue el Cristo del Islam, el mártir de la fe. Decían de él que era un agitador religioso, un clarividente y el cardador de conciencias o misionero errante.Representó la más alta figura del sufismo. Predicaba el místico advenimiento del reino de dios en los corazones.Su nombre completo era: Abú Abdallah Al-hosayn ibn mansûr ibn mahamma, pero pasó a la posteridad con el sobre nombre de Al-Hállaj que significa "el cardador".Estudió dieciocho años en la escuela sufi del maestro celebre: "Jonayp". Y a los treinta y ocho años se trasladó a la Meca.Según su compañero Nahrajûrí, Al-Hállaj se entregó por aquella época a las más rigurosas prácticas ascéticas: "permaneció durante un año en el atrio interior de la mezquita, sin moverse de su lugar más que para la purificación ritual. Cada día le entre­gaban un cuenco de agua y una torta de pan, le daba cuatro mordiscos y bebía dos tragos de agua. Luego colocaba el resto de la torta sobre el cuenco para que se la llevaran a la mañana siguiente".Posteriormente viajó durante cinco años predicando la unión con Dios por medio de la aniquilación del yo, y del arrepentimien­to. Cada vez que hablaba en público escru­taba las conciencias de sus oyentes y descu­bría los más ocultos secretos de sus corazo­nes y les hablaba al respecto, por eso le apodaron "el cardador de las almas".Estudió las traducciones de los filósofos griegos, aprendió medicina, farmacia y al­quimia. Se instruía para ayudar mejor a los demás.A veces oraba de viva voz diciendo:"!Oh tú, que me has embriagado con tu amor y me haces vagar por las explanadas próximas a ti ! Tú eres el solitario, en la soledad de la eternidad; Tú eres el único que te testimonias desde la Sede de la ver­dad: Tu testimonio es la justicia, sin que tú te justifiques; Tu alejamiento, es el vacío, sin que tú te separes; Tu presencia, es tu ciencia sin que te muevas; Tu ausencia, es el velo impuesto sin que te vayas. Nada está por encima de ti para sostenerte, y nada delante para limitarte, y nada detrás que te persiga, te lo suplico, por esa proximidad sagrada que tú haces descender sobre mí, y por los grados más altos todavía que te solicito...Multiplica el número de mis enemigos en tus ciudades. Y de quienes exigen mi muerte entre tus fieles."Su predicación era el reflejo de su vida interior, la comunicación de una parte de su experiencia íntima. Algunos extractos de sus discursos publicados, dicen así:"¡Oh gente!. Ciertamente, si él creó a su criatura, lo hizo por pura bondad hacia ella. Y si unas veces resplandece brillante ante ella y otras se cubre para ella con un velo, lo hace siempre para hacerla progresar. Pues si no irradiara, todos negarían su existen­cia.Y si no se velara, todos quedarían fasci­nados... por lo que a mí respecta, no hay ya velo entre él y yo, !ni si quiera un parpadeo!¡Es tiempo de que encuentre el reposo, para que mi humanidad perezca en su divi­nidad, mientras mi cuerpo se consume en las llamas de su omnipotencia para que ya no quede ni rastro ni vestigio, ni rostro, ni descripción. ¡Oh gente!, cuando la verdad se apodera de un corazón, lo vacía de todo lo que no es ella misma. Cuando Dios se une a un hombre, mata en él todo cuanto no sea él. Cuando ama a uno de sus fieles, incita a los demás a que le odien, para que su servidor se le acerque más, para que le consienta."¡He abrazado, con todo mi ser, todo tu amor, oh santo! Te has manifestado tanto, que me parece que solo tú estas ya en mi, doy vueltas a mi corazón, entre todo lo que no eres tú, pero ya no veo sino desapego, de mí a ellos, y familiaridad, de mí a ti.¡Ay!, heme aquí en la prisión de la vida, unido a todo el genero humano..."Las palabras y los milagros de Al-Hállaj iban de boca en boca, y la audacia de sus palabras asustaba a sus mejores amigos.Hizo tres veces la peregrinación a la Meca.En el último viaje, ya solo hablaba de la unión mística con su ser, de tal manera que no se sabía si quien hablaba era el creador o la criatura."¡Te he saludado ahí, en mi conciencia!¡Mi lengua, en el éxtasis, ha dialogado contigo! Nos hemos unido en cierto sentido, y en cierto sentido nos hemos separado, pues mientras tu majestad te ocultaba a las mira­das de mis ojos, mi conciencia te ha perci­bido en el fondo de mi corazón.

"LA PASIÓN DE AL-HÁLLAJ" : Se levantaron contra él los medios polí­ticos, jurídicos y religiosos y tenía indigna­dos a los místicos, en definitiva toda la comunidad musulmana había sido desafia­da.No eran tiempos de tolerancia, dos ve­ces fue encarcelado, y la segunda vez no saldría ya de la cárcel hasta su muerte. Fue maltratado ante el populacho y encadenado de la nuca a los talones.Ocho años pasó en la cárcel, la cual convirtió en un santuario, orando y ayunan­do constantemente. Fue condenado a muerte después de siete meses de juicio.En una biografía escrita por su propio hijo, se dice que la víspera de la ejecución fue la más conmovedora desde la agonía del Cristo en el Huerto de los Olivos, Al-Hállaj hablaba en éxtasis diciendo:"!Henos aquí para ser tus testigos! En tu gracia venimos a buscar refugio y en el esplendor de tu gloria, claridad; para que tú nos muestres lo que deseas, en tu esencia sublime y por tu decreto.Tú eres dios en el cielo y en la tierra, !oh tú que constituiste los siglos y modelaste las formas!Tú quisiste que aparecieran las realida­des de mis ciencias y mis milagros, lleván­dome en mis ascensiones hasta los tronos de mis proeternidades, allí donde tú me hiciste pronunciar la palabra creadora.¿Cómo es posible que ahora, me vea expuesto a la muerte, ejecutado, llevado al patíbulo, quemado, y mis cenizas sean en­tregadas a vientos y corrientes?¡Ah! La menor parcela de mis cenizas, quemando así, por ti, promete al cuerpo glorioso de mis transfiguraciones, una rea­lidad más cierta que la de las mayores montañas."Su hijo Hamd nos relata todo el proceso de la pasión y muerte de Al-Hállaj, en una síntesis de varios documentos redactados por testigos directos. Esta síntesis nos con­duce a los límites de la crueldad humana y del dominio del espíritu sobre el cuerpo.Dice su hijo: "Cuando llegó la mañana le hicieron salir de la cárcel; le vi danzando en pleno éxtasis de júbilo, danzando bajo sus cadenas y orando le llevaron a la plaza y le cortaron las manos y los pies tras haberle dado quinientos latigazos. Luego fue crucificado y le escuché, en el cadalso hablar con dios: "!Oh Dios mío, voy a entrar en la mansión de mis anhelos y contemplar allí tus maravillas!"Pasaban las horas -sigue relatando su hijo- y la gente desfilaba ante la cruz y algunos le insultaban. Al crepúsculo, llegó la autorización del Califa para decapitarlo. Pero sus verdugos prefirieron aguardar a que terminara la noche. Cuando llegó la mañana, le bajaron del cadalso y le echaron hacia delante para cortarle el cuello. Al Hállaj dijo en voz alta sus últimas palabras:"Los que no creen en la hora postrera son arrastrados enseguida a ella; pero quie­nes creen, la aguardan con respetuoso te­mor, pues saben que es la verdad" (Cor. XI -11, 17)Se le decapitó y su cabeza fue clavada en una lanza y expuesta durante dos días en el puente Tigris.Luego fue recogida, junto a sus manos y pies y enterrada en una tumba que se levan­ta en la orilla del río y todavía hoy es lugar de peregrinación para todos los musulma­nes, cuando sus cenizas (las del resto del cuerpo), fueron arrojadas al fuego, cuenta su hermana que Al-Hállaj se le apareció y le dijo:"Cuando me han cortado las manos y los pies, mi corazón estaba lleno de amor; cuando me crucificaron, contemplaba a mi señor y no sé lo que me han hecho; cuando me han quemado, los ángeles han bajado del cielo para abrigarme con sus alas y me han llevado ante el trono y me han dicho: "llena tus ojos... ¡ya nunca más estaré ocul­to para ti!A lo que Al-Hállaj contestó: "me hubiera gustado llegar más pronto a percibirte"El Maestro Samael nos habla en su libro Sabiduría Gnóstica sobre la pasión de Al-­Hállaj:"El omnicósmico y santísimo Al-Hállaj nació en Irán en el año 857 y fue nieto de un devoto del Gran Maestro Zoroastro... el gran maestro Al-Hállaj era fuera de toda duda un tremendo revolucionario; los polí­ticos lo acusaban de peligroso agitador...El Gran Hierofante Sufi Al-Hállaj a base de cincel y de martillo transformó la piedra bruta dándole una forma cúbica perfecta.El Gran Inmolado Al-Hállaj antes de morir ya había muerto absolutamente en si mismo y dentro de si mismo.La resplandeciente alma de diamante del Imán Al-Hállaj caminando por el sende­ro celestial, se dirige hacia el absoluto.El Gran Iniciado Sufi Al-Hállaj nació, murió y se sacrificó, totalmente por la hu­manidad convirtiéndose en el Cristo maho­metano".

jueves, 8 de mayo de 2008

CIENTIFICOS Y CREYENTES


WILLIAM D. PHILLIPS (1948 – ) Premio Nóbel de física 1997


Abundan los científicos que creen en Dios. Ellos son testigos de que, por la ciencia, el corazón humilde descubre la grandeza de Dios. La verdadera enemiga de la fe es la soberbia y no la ciencia.

"Si nos preguntamos la causa del universo nos debemos preguntar sobre la causa de las leyes de matemática. Al hacerlo volvemos al gran plano del pensamiento de Dios sobre el universo; la cuestión de la última causalidad: ¿Por qué hay algo en vez de nada? Cuando hacemos esta pregunta, no estamos preguntando sobre una causa como cualquier otra causa. Estamos preguntando sobre la raiz de de todas las causas posibles. La Ciencia no es sino un esfuerzo colectivo de la mente humana por leer la mente de Dios" -Profesor Michael Heller, sacerdote y cosmólogo ganador del premio Tempelton.

LOUIS PASTEUR (1822 – 1895), uno de los tres fundadores de la microbiología. Produjo la primera vaccina contra la rabia y el proceso llamado pasteurizar. Católico practicante.

«Cuanto mas conozco, mas se asemeja mi fe a la de un campesino bretón». Pasteur murió con el rosario en la mano, después de escuchar la vida de San Vicente de Paul, la cual había pedido que le leyeran, porque pensó que su trabajo, como el de San Vicente, ayudaría mucho a salvar a los niños que sufren.


ALBERT EINSTEIN (1879 – 1955), premio Nóbel de física 1921.

«La ciencia sin religión es renga, La religión sin ciencia es ciega».
english2.tif (4104 bytes)Fuente

«Apenas si calco las líneas que fluyen de Dios».

“Es posible que todo pueda ser descrito científicamente, pero no tendría sentido, es como si describieran a una sinfonía de Beethoven como una variación en las presiones de onda. ¿Cómo describirían la sensación de un beso o el te quiero de un niño?.”

“Ante Dios somos todos igualmente sabios, igualmente tontos.” “Lo más hermoso que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de todo arte verdadero y la ciencia.”

“Es más fácil destruír un átomo que un prejuicio”.

“Hay dos maneras de vivir una vida: La primera es pensar que nada es un milagro. La segunda es pensar que todo es un milagro. De lo que estoy seguro es que Dios existe.”

-ARTHUR COMPTON (1892-1962), Premio Nóbel de física 1927 por su descubrimiento del denominado efecto Compton y su investigación de los rayos cósmicos y de la reflexión, polarización y espectros de los rayos X.

«Para mí, la fe comienza con la comprensión de que una inteligencia suprema dio el ser al universo y creó al hombre. No me cuesta tener esa fe, porque el orden e inteligencia del cosmos dan testimonio de la más sublime declaración jamás hecha: “En el principio creó Dios”...»

ERNST BORIS CHAIN (1906 - 1979), Premio Nóbel de medicina 1945 por su trabajo con la penicilina.

«La idea fundamental del designio o propósito [divino]... mira fijamente al biólogo no importa en dónde ponga este los ojos... La probabilidad de que un acontecimiento como el origen de las moléculas de ADN haya tenido lugar por pura casualidad es sencillamente demasiado minúscula para considerarla con seriedad...»

MAX BORN (1882 - 1970), Premio Nóbel de física 1954 por sus investigaciones en torno a la mecánica cuántica.

«Solo la gente boba dice que el estudio de la ciencia lleva al ateísmo».

ARNO PENZIAS (1933- ), Premio Nóbel de física 1978 por su descubrimiento de la radiación de fondo cósmica, patrones que otros físicos interpretaron como prueba de que el Universo fue creado a partir de la nada o Big Bang.

«Si no tuviera otros datos que los primeros capítulos del Génesis, algunos de los Salmos y otros pasajes de las Escrituras, habría llegado esencialmente a la misma conclusión en cuanto al origen del Universo que la que nos aportan los datos científicos».

DEREK BARTON (1918 – 1998) Compartió el premio Nóbel de química en 1969 por sus aportaciones en el campo de la química orgánica en el desarrollo del análisis conformacional.

«No hay incompatibilidad alguna entre la ciencia y la religión... La ciencia demuestra la existencia de Dios».

CHRISTIAN B. ANFINSEN (1916 – 1995), premio Nóbel de química 1972 por su trabajo sobre la estructura de los aminoácidos y la actividad biológica de la enzima ribonucleica.

«Creo que solo un idiota es capaz de ser ateo».

ARTHUR L. SCHAWLOW (1921 - ) Compartió el premio Nóbel de física 1981 por el desarrollo de la espectroscopia del láser.

«Al encontrarse uno frente a frente con las maravillas de la vida y del Universo, inevitablemente se pregunta por qué las únicas respuestas posibles son de orden religioso... Tanto en el Universo como en mi propia vida tengo necesidad de Dios»

WILLIAM D. PHILLIPS (1948 – ) Premio Nóbel de física 1997 por su empleo de rayos láser para producir temperaturas de apenas una fracción por encima del cero absoluto.

«Hay tantos colegas míos que son cristianos que no podría cruzar el salón parroquial de mi iglesia sin toparme con una docena de físicos».

JEROME LeJEUNE, Padre de la genética moderna, fiel católico, defensor de la vida humana, su causa de beatificación está abierta.

Dr. RICARDO CASTAÑON. Era ateo hasta que investigó con rigor científico fenómenos religiosos >>>

Dr. FRANCIS COLLINS. Director del proyecto Genoma Humano.
"Soy Científico y creyente. No encuentro conflicto entre estas dos visiones del mundo".
Su libro mas reciente: "El Lenguaje de Dios": Un científico presenta evidencia para creer.

Fuente: CNN, traducción al español del Padre Jordi Rivero, 2007

Como director del Proyecto Genoma Humano (Human Genome Project), he dirigido un consorcio de científicos en la lectura de 3.1 billones de cartas del genoma humano, nuestro libro de instrucciones del ADN. Como creyente, yo veo el ADN, la molécula de información de todas las cosas vivas, como el lenguaje de Dios y la elegancia y complejidad de nuestros propios cuerpos y del resto de la naturaleza, como una reflexión sobre el plan de Dios.

Yo no siempre acogí estas perspectivas. Como estudiante graduado de química física en la década de los 70, yo era un ateo, no encontrando razón para postular la existencia de ninguna verdad fuera de las matemáticas, la física y la química. Pero entonces fui a la escuela de medicina y junto al lecho de mis pacientes encontraba casos de vida o muerte. En una ocasión, retado por uno de esos pacientes que me preguntó: "¿Que cree usted doctor?", comencé a buscar respuestas.

Tuve que admitir que la ciencia que yo tanto amaba era incapaz de contestar preguntas tales como: "¿Cual es el sentido de la vida?", "¿Por que estoy aquí?", "En fin, por que funciona la matemática?", "Si el universo tuvo un comienzo, ¿Quien lo creó?", "¿Por que las constantes físicas en el universo están tan finamente ajustadas para permitir la posibilidad de formas de vida complejas?", "¿Por que los humanos tienen sentido moral?", "¿Que ocurre cuando morimos?"

Siempre había asumido que la fe estaba basada en argumentos puramente emocionales e irracionales y quedé asombrado al descubrir, al principio en los escritos del profesor de Oxford C.S. Lewis y después en otras fuentes, que uno podía edificar un caso muy sólido a favor de la posibilidad de la existencia de Dios en fundamentos puramente racionales. Mi anterior afirmación atea: "Yo se que no existe Dios" surgió como la menos defendible. Como dice el escritor inglés G.K. Chesterton en su famosa frase: "El ateismo es el mas atrevido de los dogmas, porque es la afirmación de un negativo universal"

Pero la sola razón no puede probar la existencia de Dios. La fe es razón y revelación. El componente revelación requiere que uno piense con el espíritu y también con la mente. Tienes que escuchar música, no solo leer notas en un papel. Al final hace falta un salto de fe.

Para mi ese salto ocurrió cuando tenía 27 años. Después de que una búsqueda para aprender mas sobre el carácter de Dios me llevó a la persona de Jesucristo. He aquí una persona sobre cuya vida existe evidencia histórica extraordinaria, que hizo declaraciones asombrosas sobre el amor al prójimo y cuyas afirmaciones de ser hijo de Dios parecían exigir una decisión sobre si estaba loco o era la verdad. Después de resistir por casi dos años, encontré que me era imposible vivir en tal estado de incertidumbre y me hice seguidor de Jesús.

Así que algunos me han preguntado, ¿no explota tu mente? Puedes buscar entendimiento sobre como funciona la vida utilizando las herramientas de genética y biología molecular y también dar culto a Dios creador? ¿No son la evolución y la fe en Dios creador incompatibles? ¿Puede un científico creer en milagros como la resurrección? En realidad no encuentro conflicto en esto y aparentemente tampoco lo encuentran el 40% de los científicos que trabajan y declaran ser creyentes.

Sí, la evolución por descendencia de un ancestro común es claramente cierta. Si quedaba alguna duda sobre la evidencia de los fósiles, el estudio del ADN provee la prueba mas fuerte posible de nuestra relación a todos los otros seres vivientes. ¿Pero, por que no puede este ser el plan de Dios para la creación? Cierto, esto es incompatible con la interpretación ultra-lilteral del Génesis, pero mucho antes de Darwin habían muchos intérpretes pensadores, como San Agustín, que encontraban imposible estar exactamente seguros sobre el significado de esa asombrosa historia de la creación. De modo que atarse a una interpretación literal frente a la convincente evidencia científica que indica la vejez de la Tierra y la relación entre los seres vivos por medio de la evolución no perece ser sabio ni necesario para el creyente.

Yo he encontrado que hay una maravillosa armonía en las verdades complementarias de la ciencia y la fe. El Dios de la Biblia es también el Dios del genoma. A Dios se le puede encontrar en la catedral o en el laboratorio. Investigando la majestuosa y asombrosa creación de Dios, la ciencia puede en efecto ser un medio para adorar a Dios.

lunes, 14 de abril de 2008

MARÍA MAGDALENA 4ª PARTE


Ya decíamos en comentarios anteriores que el descubrimiento de la literatura gnóstica junto con la consideración exagerada de los evangelios apócrifos y el añadido de la sensibilidad moderna por los derechos de la mujer, han supuesto el caldo de cultivo idóneo para dejar volar la imaginación hasta crear obras como la de Dan Brown. Sin embargo, si ya resulta ridículo hacer un juicio de la antigüedad desde nuestros criterios culturales lo es más cuando se carece de objetividad a la hora de valorar fenómenos tan complejos como la Religión, concretamente, el cristianismo naciente y el papel de la mujer. Para acabar con estos comentarios analicemos la última "carga" de algunos autores y sus obras que han visto a la Magdalena desbancada del poder en las primeras comunidades cristianas en beneficio de Pedro, responsable del cristianismo patriarcal.

"La cristiandad Magdalena", es el término que emplea la estudiosa Jane Schaberg para describir su visión, basada en sus hipótesis sobre el pasado, de las futuras posibilidades del cristianismo.
Schaber y otras expertas feministas contemporáneas, como Karen King de la Harvard Divinity School, han aprovechado el papel prominente de María Magdalena en algunos escritos gnósticos del siglo II en adelante para insinuar una lucha por el poder entre el partido de Pedro y el de María Magdalena en el interior del cristianismo.
En El Código Da Vinci, el personaje de Teabing declara otro tanto, al afirmar que también Leonardo da Vinci da la clave de esta verdad, una verdad que, asegura, está contenida en «esos evangelios inalterados».
María Magdalena en Provenza: Una parte de la historia de Brown sobre María Magdalena afirma que terminó su vida en Provenza, al sur de Francia. La tradición católica la sitúa allí, y la acredita como evangelizadora de la gente de esa zona. La tradición oriental afirma que fue a Éfeso y allí evangelizó junto a San Juan.
Veamos ahora los problemas lógicos que se derivan sobre ello, tal y como están expresados en la novela:
Si el partido de Pedro –al que podemos suponer vencedor, según manifiesta repetidamente Brown en su novela– fuera tan poderoso como para depurar a María y rebajar su importancia, ¿por qué iba a destacar su papel primordial en los relatos de la resurrección, y como el de la primera persona que recibió la Buena Noticia?
Brown nos ha dicho anteriormente que, antes de que Constantino llevara a cabo su perversa hazaña en 325 d.C., los cristianos de cualquier lugar creían que Jesús era un «hombre mortal». En este caso, ¿quiénes formaban exactamente el partido de Pedro? Presumiblemente eran los «vencedores», lo que significa que tenían que haber creído en la divinidad de Jesús, porque esta fue la doctrina que «venció». Pero, si no se inventó la divinidad de Jesús hasta el 325 d.C., ¿dónde estuvieron todo ese tiempo?
Por último, dejando a un lado el placer de desvelar esas patentes inconsecuencias, volvamos a las pruebas.
¿Existe la evidencia de que una parte de la ortodoxia cristiana luchara por la supremacía sobre el partido de Magdalena, y degradaran su figura durante el proceso?
No. Se trata de una pura especulación basada en la lectura, ideológicamente motivada, de unos textos fechados por lo menos cien años después de la vida de Jesús. Así lo hicieron algunas sectas gnóstico-cristianas que surgieron a finales del siglo II, y que atribuían a María Magdalena un papel preponderante. En los pasajes de los escritos gnósticos del siglo I no hay datos que indiquen una intimidad entre Jesús y María Magdalena, ni que proporcionen argumentos teológicos que apoyen su versión del cristianismo y rebajen el papel de Pedro y los apóstoles.
Esta es la cuestión: si lo sabían los escritores cristianos ortodoxos de ese período, y si les afectaba, probablemente habrían abordado el tema directamente; y lo hicieron por cierto, hablando negativamente de algunas sectas gnósticas en las que las mujeres se comportaban como líderes o profetisas. Sin embargo, los textos que están a nuestro alcance no critican especialmente a algún grupo que considere a María como líder en detrimento de Pedro. Y además, y más extraño todavía, durante este período en el cual se supone que María había sido demonizada por los ortodoxos, solamente leemos alabanzas hacia ella.
Hipólito, escribiendo en Roma en el siglo II y comienzos del III, describe a María Magdalena como una Nueva Eva, cuya fidelidad contrasta con el pecado de Eva en el Jardín del Edén (una imagen empleada también generalmente para María, la Madre de Jesús). Igualmente llama a María «apóstol de apóstoles». San Ambrosio y San Agustín, que escriben aproximadamente un siglo después, se refieren también a María Magdalena como la Nueva Eva.
Una vez más, todo lo que dice Brown carece de sentido. Durante el período en que se supone que el partido de María luchaba contra el partido de Pedro por el cuerpo de la Iglesia, los Padres le dedicaban plegarias y citaban los Evangelios que describían su papel en las apariciones posteriores a la Resurrección.
Ni los datos que aparecen en las Escrituras sobre María Magdalena ni el modo en que ha sido tratada en la tradición cristiana oriental u occidental nos permiten aceptar las teorías de Brown.
Y como vamos descubriendo, la verdad es mucho más interesante y más apasionante que cualquiera de las fantasías de El Código Da Vinci.

viernes, 11 de abril de 2008

MARÍA MAGDALENA 3ª PARTE


¿Tres mujeres, una sola, tres en una? ¿Pecadora para ser denigrada por el cristianismo patriarcal? Estas cuestiones son las que han dado juego al libro de Brown y a otros escritores contemporáneos "interesados" en el tema de la Magdalena.

Entonces, ¿qué sucedió?
Tenemos que darnos cuenta de algo que podemos estar dejando de lado (además de todo el asunto de la diosa, naturalmente) en las escasas ocasiones en que se la menciona: ¿No fue una prostituta arrepentida?
Esto adquiere gran importancia en El Código Da Vinci, que a menudo se refiere a la identificación de María Magdalena con una prostituta como parte de una maliciosa conjura tramada por la Iglesia para hacer frente a cualquier sospecha, o incluso (se dice) evidencia histórica, del liderazgo de María Magdalena en el cristianismo primitivo.
Veamos dos puntos: en primer lugar que la asociación de María Magdalena con la prostitución se extendió durante siglos en el cristianismo occidental (aunque no en el oriental). Sin embargo, no hay pruebas de que se hiciera como afirman Brown y sus fuentes por maldad, por misoginia o por temor a la autoridad femenina.
En los Evangelios aparecen varias Marías así como otras mujeres destacadas aunque sin nombre. Los estudiosos de las Escrituras han confundido a cualquiera de ellas o se han preguntado por los motivos de asociar a la María mencionada en un lugar determinado con la María mencionada en otro.
Por ejemplo, hay dos relatos diferentes sobre las mujeres que secan los pies de Jesús con sus cabellos. En Lucas 7, 36-50, Jesús se encuentra con una «mujer... que era una pecadora». y que llorando de arrepentimiento, unge y baña sus pies. y luego los seca con sus cabellos. Su unción se debe a la gratitud por el perdón de sus pecados (que podemos añadir no están explícitamente concretados). En Juan 12, 1-8 Jesús, de camino a Jerusalén, se detiene en casa de Lázaro (resucitado de la muerte, Juan 11) y de sus hermanas Marta y María. María unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos en una prefiguración solemne de la unción que unos días después, recibirá en su sepultura.
El relato de la mujer penitente aparece en Lucas, unos versículos antes de la mención a María Magdalena, y hubo quienes –entre ellos, el eminente papa Gregorio I, en un sermón del 591 d.C.– asociaron a ambas. El problema que plantea esta teoría es el siguiente: cuando introduce a un personaje cualquiera, Lucas especifica su nombre. Si esta mujer fuera María Magdalena, como creen muchos, la habría identificado inmediatamente como lo hace la segunda vez que la menciona.
Por lo tanto, como María de Betania unge a Jesús antes de la entrada en Jerusalén, algunas tradiciones la relacionan con la mujer que le unge en Lucas 7, y luego con la llamada María Magdalena en Lucas 8, reuniendo a las tres mujeres en una.
Esto es exactamente lo que sucedió en la Iglesia occidental que hasta comienzos de la Edad Media y hasta la reforma del calendario litúrgico en 1969, celebraba el día de María Magdalena el 22 de julio en recuerdo de las tres mujeres de cada uno de los relatos del Evangelio.
Sin embargo, la Iglesia Ortodoxa oriental no reunió a las tres mujeres, pues las consideró siempre tres personas distintas. La Iglesia Ortodoxa honra especialmente a María Magdalena, calificándola de «la portadora de mirra» (una de las especias usadas para las unciones) y calificándola de «igual-a-los-apóstoles».
Llegamos ahora a un punto extraordinariamente importante, un punto vital:
Brown insinúa repetidamente que María Magdalena fue marginada y demonizada por el cristianismo tradicional, que la pintó, dice, como una mujer libertina, una prostituta, etc., con el propósito, se supone, de rebajar su importancia.
Como mucho de lo que encontramos en Brown, esto no solo es falso... es sencillamente una insensatez.
El cristianismo, tanto oriental como occidental, ha honrado a María Magdalena como santa.
Una santa. Los cristianos han puesto su nombre a iglesias, han rezado ante la supuesta tumba donde reposan sus reliquias y le atribuyen milagros.
¿Es posible llamar demonizar a eso?
Respuesta: no.
En cuanto al tema de la prostitución, incluso quienes relacionan a María Magdalena con «la mujer que era una pecadora» de Lucas 7, no ahondan en sus culpas. El cristianismo no hace hincapié en el pecado tras el arrepentimiento. Ese es el resultado de la fe en Jesús. No; María Magdalena, como lo atestigua la leyenda sobre ella, es recordada esencialmente por su papel como testigo de la resurrección de Jesús.
Antes del Renacimiento, las imágenes de María Magdalena eran bastante serenas. Solo a partir de entonces nos la encontramos como una arrepentida, desaliñada, medio desnuda y con el cabello suelto. Los artistas del Renacimiento mostraban un interés creciente por una presentación más naturalista de la forma humana, y por una integración más explícita de las emociones en las representaciones artísticas. Esas imágenes de María Magdalena tienen más que ver con intereses artísticos que con el modo
en que la Iglesia cristiana hablaba de ella.

jueves, 3 de abril de 2008

¿QUIÉN FUE MARÍA MAGDALENA? 2ª PARTE


Los datos anteriores nos confirman la cantidad apabullante de rumores y fantasía que envuelven a nuestra protagonista por lo que la pregunta lógica a la que hay que responder con urgencia es: entonces ¿quién fue María Magdalena? ¿Cuáles son los datos que aportan los evangelios?, no olvidemos que son las primeras fuentes que hacen referencia a esta santa mujer.

No hay duda de que María es una figura histórica. En los Evangelios aparece con su nombre y, junto a otras mujeres, desempeña un papel muy importante en relación con la Pasión y Resurrección de Jesús.
Solamente un Evangelio la menciona fuera de los últimos días de Jesús. Se trata de Lucas, que nos habla de la predicación de Jesús y su proclamación de la Buena Nueva en compañía de sus Doce Apóstoles:


«... y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes. Esas mujeres, galileas según parece, deciden compartir el destino de Jesús, le ayudan de un modo práctico, como proporcionándole alimento y, quizá, incluso dinero, y Susana y otras muchas que le servían con sus bienes».


«Magdalena» no es el apodo de María: en aquella época no existían los apodos. Se identificaba a las personas por su relación con el padre o con el lugar de nacimiento. La mayoría de los expertos creen que Magdalena significa «de Magdala», una ciudad en la orilla occidental del Mar de Galilea.
Y para más datos concretos sobre María, veamos el final de los Evangelios, donde en cada uno de ellos se la describe asistiendo a la crucifixión y a la sepultura de Jesús, y volviendo a la tumba en la mañana de Pascua para ungirle el cuerpo.
Allí, según los cuatro Evangelios, Maria recibe la Buena Noticia, primero de un ángel. Y luego, del mismo Jesús, que no solo se aparece a María y a las otras mujeres, sino que además, les dice que no teman, y las envía a dar a conocer la Buena Noticia a los apóstoles.
Así, María Magdalena fue una de las primeras evangelizadoras o como el cristianismo oriental la ha llamado durante largo tiempo, la «igual-a-los-apóstoles», por haberles anunciado la Buena Noticia de que Jesús había resucitado.

lunes, 31 de marzo de 2008

¿QUIÉN FUE MARÍA MAGDALENA? 1ª PARTE




Por petición del compañero José Aurelio, he recopilado una serie de datos sobre este personaje evangélico. Los iré publicando poco a poco porque hay mucho que decir al respecto. Otro motivo por el que quiero hablar de un personaje como María Magdalena, ligado a la persona y la historia de Jesús, vuelve a ser una vez más la polémica que libros, documentales y otros medios, han levantado con sus mal llamadas "investigaciones" que no dejan de ser en la mayoría de los casos, el plagio de obras de dudoso rigor científico, muchas de ellas denostadas. Comencemos por repasar lo que Dan Brown dice en su novela el Código da Vinci de la Magdalena que, en su mayor parte, es un plagio de otras obras o el eco de vías de investigación recientes que otorgan excesiva importancia a los llamados evangelios apócrifos de corte gnóstico, como es el Evangelio de Tomás, muchos de ellos escritos no antes de mediados del siglo II.

Según Brown, era una mujer judía de la tribu de Benjamín, que se casó con Jesús y dio a luz a su hijo. Jesús trató de dejar a la Iglesia en sus manos; esa Iglesia iba a devolver la «deidad femenina» a la vida humana y al conocimiento general.Después de la crucifixión de Jesús, María Magdalena huyó a la comunidad judía de Provenza, donde ella y su hija Sarah hallaron refugio. Su vientre es el «Santo Grial». Sus huesos descansan bajo la pirámide de cristal a la entrada del Louvre. El Priorato de Sión y los Caballeros Templarios se dedicaron a proteger su historia y sus reliquias. El Priorato le da culto «como Diosa... y como Madre Divina».
Realeza judía... esposa de Jesús... Santo Grial... Diosa. He aquí un completo currículo.
Considerando que los Evangelios mencionan a María de Magdala en escasas ocasiones, ¿de dónde proceden esas ideas? Bien, la respuesta está exactamente en la novela, cuando Teabing, nuestro notable erudito, muestra su biblioteca alardeando: «La descendencia real de Jesucristo la han documentado exhaustivamente muchos historiadores». (De nuevo nos encontramos con un matiz de erudición). Y cita La Revelación de los Templarios y El enigma sagrado –dos obras de pedante pseudo-historia y teoría conspiratoria–, The Goddess in the Gospels (Las diosas en los evangelios, en castellano) y The Woman With the Alabaster Jar (María Magdalena, ¿esposa de Jesús? en castellano), de Margaret Starbird, quien, entre otros medios, emplea la numerología –la suma de los números de su nombre– para llegar a la conclusión de que María Magdalena fue venerada como diosa en la primitiva cristiandad: «Ellos conocían la «teología de los números» del mundo helénico, codificados en el Antiguo Testamento y basados en el antiguo canon de la geometría sagrada derivada de los pitagóricos desde años atrás... No era accidental que María Magdalena llevara los números que los cultos de la época identificaron como la 'Diosa de los Evangelios'» (Mary Magdalme, The Beloved, por Margaret Starbird: www.magdalene.org/beloved-essai.htm).
Bien; detengámonos unos momentos para reflexionar sobre todo lo que nos han dicho en esta novela: que los Evangelios no deben consultarse o leerse en sentido literal, y que ni por un momento nos podemos creer que transmiten cualquier verdad sobre los sucesos que relatan. Pero ¿no nos han dicho también que transmiten en código que los primeros cristianos consideraban una diosa a María Magdalena? Bien; si la consideraban como una diosa, ¿por qué no lo difundieron? ¿Por qué fastidiar con ese buen Jesús crucificado-resucitado, cuando podían dar culto a la Magdalena, si era lo que deseaban hacer? No es como si hubiera alguna censura política, social o cultural hacia los que deseaban dar culto a una diosa. Seguramente no serían arrestados, encarcelados y ejecutados por profesar una fe centrada en otra persona que permanecerá sin nombre y que, supuestamente no recibirá culto hasta el siglo IV.
Una vez más, antes de alborotarnos ante las afirmaciones de El Código Da Vinci, recordemos la importancia de comprobar sus fuentes. Estas son las básicas en relación con María Magdalena:

María Magdalena como esposa de Jesús y madre de su hijo y el verdadero «Santo Grial»: El enigma sagrado y La revelación de los Templarios.

María Magdalena como diosa, como origen del «sagrado femenino»: un trabajo de Margaret Starbird.

María Magdalena como líder designada de la primitiva cristiandad: una variada serie de eruditos contemporáneos que trabajan sobre textos gnósticos.

Antes de entrar en detalles sobre esos puntos, conviene parar, olvidar las especulaciones, y volver al lugar donde por primera vez oímos hablar de María Magdalena.










miércoles, 26 de marzo de 2008

EL CASO GALILEO GALILEI


Existen en el ámbito de la relación fe-ciencia, temas que siguen levantando ampollas y que sirven, en muchos casos, de argumento para desprestigiar a la Religión o a la Iglesia, muchas veces más desde el apasionamiento visceral que desde la argumentación contrastada. El caso Galileo es un ejemplo claro. Sin embargo, resulta evidente que cuando alguien se preocupa en estudiar a fondo estos tópicos aparecen datos que, quién lo iba a sospechar, tiran por tierra muchas falsas ideas. Aquí tenemos un ejemplo.



Según una reciente encuesta del Consejo de Europa elaborada entre los estudiantes de ciencias de la UE, casi el 30 % cree que Galileo fue quemado vivo en la hoguera por la Iglesia por defender sus teorías, mientras que el 97 % piensa que fue sometido a torturas. El 100 % conoce la frase «Eppur si muove!» (¡Y sin embargo se mueve!) que había susurrado con rabia después de la lectura de la sentencia condenatoria. Y, sin embargo, todo lo anterior es rotundamente falso.
Galileo fue un gran hombre de ciencia, pero no infalible. Según relata Vittorio Messori en Leyendas negras de la Iglesia, cuando el 22 de junio de 1633 escuchó la sentencia contra su tesis, se limitó a dar las gracias a los diez cardenales autores de la misma, de los cuales tres habían votado por su absolución, ante la moderada pena que se le impuso. El científico tenía razón en su tesis heliocéntrica pero había intentado «tomar el pelo a estos jueces, entre los cuales había hombres de ciencia de su misma envergadura», asegurando que sus teorías «publicadas en un libro impreso con una aprobación eclesiástica arrebatada con engaño, sostenían lo contrario de lo que se podía leer». Es más, en los cuatro días de discusión previos a la sentencia, «sólo fue capaz de presentar un argumento experimentable y comprobable a favor de que la Tierra giraba en torno al Sol. Y era erróneo: decía que las mareas eran causadas por la sacudida de las aguas a causa del movimiento de la Tierra». Sus jueces y colegas defendían que las mareas se debían a la atracción de la Luna, lo que, siendo correcto, sólo mereció un comentario por parte de Galileo: que esa tesis «era de imbéciles». Llovía sobre mojado porque, años antes, ya había cometido otro grave error al asegurar que unos meteoritos observados en 1618 por astrónomos jesuitas e identificados por éstos como «objetos celestes reales» no eran según él más que «ilusiones ópticas». Respecto a la condena, Galileo no sufrió violencia física ni pasó un solo día en los «sórdidos calabozos de la Inquisición»: en Roma, se alojó en una residencia de cinco habitaciones con vistas a los jardines del Vaticano y un servidor personal, todo a cuenta de la Santa Sede. Y, tras la sentencia, fue alojado en la Villa Médici primero y luego en el palacio del arzobispo de Siena, antes de regresar a su propia villa de Arcetri, que tenía el elocuente nombre de La Joya. No perdió la estima ni la amistad de obispos y científicos amigos suyos ni se le impidió continuar con sus trabajos. Lo que por cierto le permitiría publicar poco después sus Discursos y demostraciones matemáticas sobre dos nuevas ciencias,considerada como su obra maestra. Las penas impuestas (prohibición de desplazarse libremente alejándose a su antojo de su hogar y rezar una vez por semana los siete salmos penitenciales) le fueron levantadas a los tres años. Galileo tuvo suerte: si hubiera sido juzgado por las autoridades de la Iglesia protestante sí hubiera podido acabar en la hoguera como otros científicos que tuvieron la desgracia de caer en manos de los líderes religiosos defensores de la Reforma. El propio Lutero consideraba a Copérnico como «un astrónomo improvisado que intenta demostrar de cualquier modo que no gira el Cielo sino la Tierra», lo cual «es una locura»; fue Lutero también quien advirtió de que «se colocará fuera del cristianismo quien ose afirmar que la Tierra tiene más de seis mil años» y otras amenazas semejantes. Finalmente, «Eppur si mouve!» resulta en este contexto una frase valiente y rebelde pero no la pronunció Galileo. Se la inventó el periodista Giuseppe Baretti en 1757 en una descripción de la obra del astrónomo.


Por Paul h. Koch Doctor en Humanidades, Historia y Ciencia Sociales

lunes, 24 de marzo de 2008

¡CRISTO HA RESUCITADO!


La resurreción es el alma de la fe cristiana porque nos descubre que ningún mal, ningún sufrimiento o injusticia, incluso la muerte, tienen la última palabra en la historia de los hombres.
El gran reto de la teología moderna es dialogar con un mundo descreido para proponer con una nueva metodología, la importancia de la experiencia de fe para el hombre en su camino de plena humanización y como respuesta a los grandes interrogantes existenciales. Los creyentes en Jesús de Nazaret, ya no tenemos duda: el cielo existe, es Dios mismo, con su vida eterna, y en él no hay lugar para el dolor, la injusticia, la discriminación, la esclavitud, la duda, la desesperanza. Jesús testifica que hay un Dios, Principio y Padre de todos, que tiene la última palabra. Y El nos espera para ser definitivamente en Él.

¿Qué significa resucitar? Los cristianos afirmamos que la resurrección no es una palabra vacía. Resucitar significa que Jesús, en la muerte y desde la muerte, entró en el ámbito mismo de la vida divina, realidad primera y última, inabarcable y omniabarcadora. El Crucificado continúa siendo el mismo, junto a Dios, pero sin la limitación espacio-temporal de la forma terrenal. La muerte y la resurrección no borran la identidad de la persona sino que la conservan de una manera transfigurada, en una dimensión totalmente distinta. Para hacerlo pasar a esta forma de existencia distinta, Dios no necesita los restos mortales de la existencia terrena de Jesús. La resurrección queda vinculada a la identidad de la persona, no a los elementos de un cuerpo determinado. La fe cristiana asegura que el Dios del comienzo es también el Dios del final, que el Dios que es el Creador del mundo y del hombre, es también el que lleva a éstos a su plenitud.

Resucitar significa que la persona que muere, no se disuelve, continúa, y que el cuerpo sí que se disuelve pero entrando en una dimensión nueva. Hay continuidad y discontinuidad.
Resucitar significa apostar, como Jesús, por la vida, llegando incluso a soportar en esta lucha el vituperio del fracaso de este mundo, pero seguros de que la inocencia del Justo será reconocida y premiada por Dios. Dios tiene siempre la última palabra, no la iniquidad.

Resucitar significa que estamos ya, en una marcha dinámica, hacia la resurrección, en lucha contra todo lo que bloquea, merma y quita la vida.
El Resucitado ha dicho: “Quiero que donde yo estoy, estéis también vosotros”. Es el mensaje más inaudito de la fe cristiana.A pesar de la muerte, hay que soñar, trabajar y luchar para que este nuestro planeta sea la casa de todos, donde cada vez haya menos odio, menos injusticia, menos hostilidades, menos egoísmos, menos sufrimientos, menos guerras, menos ruinas y miserias, más justicia, más libertad, más amor, más paz, más felicidad. Es el ir anticipando el cielo en la tierra.
Los que se van no se van al vacío, sino a la vida maravillosa de Dios, al cielo. Pero para llegar al cielo no hay más que un camino: la tierra.
Una vez más es Xavier Pikaza quien nos proporciona unas claves sencillas y someras de aquellos aspectos más sobresalientes de los relatos de la Resurrección en el Nuevo Testamento. Que los disfrutéis.


Ha resucitado Jesús, Feliz pascua a todos los amigos, feliz día a todos los cristinoa, esperanza de vida para todos los hombres y mujeres de la tierra. Aneste Khristos, ha resucitado el Cristo Jesús. Ésta es la palabra central de la historia, para todos los cristianos; la palabra que nosotros queremos cantar en gesto alegre. No es palabra de imposiciòn, no es un norma opresora. Es simple gozo, gozo de vivir, de ser amados por Dios, gozo sin más: La viuda ha triunfado sobre la muerte Fiel al espíritu de mi blog, quiero felicitar a los amigos y lectores con una reflexón sobre la primera experiencia de Pascua, diciendoque que en ella los han descubierto a Jesús como Presencia de Dios, Vida Divina, es decir, la plenitud de la Vida Humana. Desde ese fondo quiero ofrecer un pequeño esquema de las “apariciones pascuales”, entendidas como experiencia nueva de presencia y transformación. Con ellas deseo a todos los amigos del blog una feliz pascua de Resurrección. Al final de las experiencias de Pascua, con todas ellas, debe estar tu experiencia, si eres cristiano. Sólo aquel que ha experimentado en su vida la presencia y vida del Señor Jesús puede llamarse realmente cristiano.


Texto
Porque en primer lugar os he enseñado lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se hizo ver a Pedro… (1 Cor 15, 3-5).


El sujeto
El sujeto de quien se hacen estas afirmaciones no es el Jesús histórico, sino el Cristo de la fe, a quien la Iglesia ha visto como enviado escatológico (resucitado) de Dios. Pero ese Cristo es el mismo Jesús que ha muerto, el mismo a quien Pablo había querido borrar de la memoria de Israel, persiguiendo y destruyendo a sus seguidores, los cristianos. Pablo quería destruir esa historia de Jesús, porque en ella se dice que el Cristo de Israel ha muerto, de manera que el Mesías es un Crucificado según Ley (Gal 3, 10-13), alguien que va, por tanto, en contra del triunfo de Israel. (2) Porque esa muerte del Cristo permite y exige romper la diferencia que debe haber entre Israel y los restantes pueblos. Pablo pensaba que la historia de Jesús destruía la identidad israelita. Pero en un momento dado él “le ha visto” y ha descubierto que es Hijo de Dios y que su mensaje pascual (universal) es verdadero. Desde ese fondo entiende la muerte y resurrección de Jesús como centro de la fe cristiana. No todos los grupos cristianos resumirían así el “misterio” de Jesús. Pero es evidente que Pablo quiere ofrecer una visión que pueda ser aceptada por otros:


Murió y resucitó…


1. Cristo murió. Éste es un hecho histórico, que el credo de la Iglesia resaltará diciendo que padeció (murió) bajo Poncio Pilato, en la historia de los hombres. Aunque no cite a Pilato, Pablo cree que la muerte de Jesús es un hecho histórico, aunque lo interprete diciendo que ha muerto por nuestros pecados, según las escrituras. La muerte de Jesús, que se inscribe en toda la dinámica de la manifestación de Dios en Israel (que pusimos de relieve en cap. 1), ha estado y sigue estando vinculada a los pecados de los hombres, que Pablo define como “nuestros”. No son los pecados de otros (de Pilato, o de los sacerdotes), sino los de aquellos que, ante la cruz, nos reconocemos culpables (empezando por los judíos). Según la Escritura, la historia de Jesús, que culmina en su muerte, es inseparable del pecado de los hombres.
a. Por nuestros pecados. La muerte del Cristo no es un dato abstracto, de tipo ontológico (¡todo ser humano tiene que morir!), sino un acontecimiento histórico que ha tenido lugar porque somos pecadores y porque unos hombres concretos le han (le hemos) matado. Pablo no está hablando aquí del pecado de otros, sino del “nuestro”, en el doble sentido de la palabra: (1) Nosotros, los hombres, le hemos matado (no los ángeles perversos de 1 Henoc), desplegando así nuestro máximo pecado. (2) Él ha muerto para liberarnos de nuestros pecados.
b. Según las Escrituras. A juicio de Pablo y de los primeros cristianos, la muerte de Jesús se hallaba “anunciada” por la dinámica espiritual y teológica de la Biblia. Desde este fondo se entiende la unidad y diferencia entre Biblia judía y Biblia cristiana. Los maestros de la Misná entenderán la Escritura como libro que se expande y expresa en las leyes nacionales del judaísmo rabínico. Pablo, en cambio, piensa que ella desemboca y se cumple en la muerte de Jesús. Por eso, la clave para interpretarla no es el cumplimiento de la Ley (Misná), sino la muerte y presencia pascual de Jesús, que sucede “según las Escrituras”, como manifestación del amor divino sobre los pecados de los hombres.
2. Fue sepultado. También es un hecho histórico, lo mismo que la muerte, pero hay una diferencia. Pablo no ha desarrollado aquí ninguna “teología de la sepultura”. La muerte tenía un sentido salvador (¡por nuestros pecados!), mientras que la sepultura aparece como un simple dato histórico, sin carácter salvador, a no ser que la asociemos con la muerte y digamos que él fue enterrado “por nuestros pecados según las Escrituras”. En un nivel somático, la historia terrena de Jesús terminó en el sepulcro. Parece que, en ese plano, según Pablo no se puede hablar de resurrección. El tema de la posible tumba abierta no le importa. No dice a sus lectores que vayan allí, para que vean que la tumba está vacía, como dirá el ángel de Marcos 16, 6: “Ha resucitado! No está aquí. Mirad el lugar donde le pusieron”.
3. Resucitó. Como buen fariseo, Pablo esperaba la resurrección universal de los muertos, de manera que podría haberlo destacado. Pues bien, en lugar de esa resurrección universal, Pablo evoca aquí “sólo” la de Jesús, que marca y define la fe de la iglesia, con sus dos palabras interpretativas: “al tercer día” y “según las Escrituras”. Pues bien, esa resurrección de Jesús no es algo aislado, sino que implica de algún modo el comienzo de la resurrección mesiánica de los muertos.
a. Al tercer día. Es el día escatológico, tiempo de la actuación de Dios, que ahora aparece vinculado a la culminación de la historia de Jesús. En el lenguaje de aquel tiempo, el tercer día marca el momento de la muerte definitiva (es el día en que se dice que los difuntos han fallecido del todo, de forma que el alma-vida ha partido ya del cadáver). Pues bien, allí donde la muerte se instaura como “vencedora” irrumpe, en un sentido más alto, el tercer día de la acción de Dios. Desde una perspectiva cristiana, ese día es el que viene después del Sábado, es el día del Domingo, entendido como Dies Domini (Día del Kyrios o Señor; cf. Ap 1, 10). Así lo vio la Iglesia, desde muy antiguo, entendiendo el tercer día como signo del comienzo de la resurrección universal.
b. Según las Escrituras. La Resurrección (según las Escrituras) define con la muerte la visión cristiana de la revelación. El texto queda un poco ambiguo. La frase “según las Escrituras” puede referirse al “resucitó”: de esa manera, la Escritura sería el libro de la preparación de la resurrección de Jesús. Pero ella puede aludir también, y sobre todo, al “tercer día” (las Escrituras determinarían que la resurrección aconteció al tercer día como tiempo de culminación). Sea como fuere, este pasaje supone que la resurrección de Jesús despliega el sentido de la Escritura israelita, leída en su totalidad, desde el testimonio del justo sufriente justificado por Dios o desde el Siervo de Yahvé a quien Dios responde.
Entendidas así, estas palabras de Pablo superan la oposición entre una resurrección puramente individual (sólo de Jesús) y una universal (de todos los muertos fieles, como esperaban los fariseos, a diferencia de los saduceos: cf. Mc 12, 13; Hech 23, 6-9). Pablo supone que el tercer día de la resurrección universal ha comenzado en la pascua de Jesús, de tal forma que aquellos que aceptan ese día de Jesús viven ya, de algún modo, en el tiempo de la resurrección.
c. Se hizo ver (se apareció…).
Esta palabra (ophthê), repetida cinco veces en 1 Cor 15, 5-8 (se hizo ver a Pedro, a los doce…), define la presencia de Jesús resucitado en forma de “visión”, vinculada a los ojos de la fe. Ella no sólo alude al sentido de la presencia de Jesús, sino a la misma vida de los cristianos que son aquellos que han visto y ven al resucitado. Este ophthê, que es un hacerse ver de Jesús (él se muestra) y un verle de los discípulos (ellos le descubren y acogen en su vida), marca y define toda la novedad cristiana. Ésta es una ampliación de la presencia de Dios (Dios se hace presente por Jesús), siendo una forma de presencia pascual del Cristo que supera los modelos anteriores de presencia y realidad sagrada. En este contexto, Pablo ha puesto de relieve las experiencias de visión normativas para las iglesias que él conoce y acepta (Pedro, los Doce…):


Se hizo ver a Cefas, luego a los Doce, luego se hizo ver a más de quinientos hermanos de una vez, de los cuales muchos viven hasta ahora, algunos han muerto; después se hizo ver a Santiago, después a todos los apóstoles; al último de todos, como a un aborto, se me hizo ver también a mí (1 Cor 15, 5-8).


Evocaremos una a una esas experiencias de visión (presencia), pero colocando al principio una que Pablo no ha citado, porque quizá no se encuentra en la tradición que él esta reproduciendo o porque, en el contexto solemne de su texto, en un ámbito de disputa entre grupos “oficiales”, no cabe (a su juicio) el testimonio de las mujeres. Al lado de María Magdalena nos gustaría poder citar a los galileos. ¿Cómo entendieron ellos la muerte de Jesús? ¿Cómo proclamaron su resurrección? No tenemos datos para responder. Por eso nos limitados a plantear la pregunta.:
1. María Magdalena. La tradición de la experiencia pascual de María Magdalena y de otras mujeres está en el fondo de todos los evangelio canónicos (y de varios apócrifos), pero sólo se recoge de manera expresa en dos textos canónicos: «Resucitando en la madrugada del primer día de la semana, Jesús se apareció (ephanê) primero a María Magdalena... Ella fue y lo anunció a los que habían estado con él (con Jesús) que se afligían y lloraban. Ellos, oyendo que se hallaba vivo y que había sido visto por ella, no creyeron» (Mc 16, 9). Esta noticia, recogida en el final canónico o posterior de Marcos (el libro originario terminaba en Mc 16, 8), contiene a mi juicio una tradición antigua, que sirve para confirmar la certeza de que en el comienzo de la experiencia pascual se encuentra una mujer, Magdalena. El mismo Jesús se le ha mostrado, como un brillo de luz (ephanê) que transforma su vida, sin que se diga si esa luz de visión es externa o interna (aunque parece que es interna, pues ella no puede demostrar a los otros lo que le ha pasado: Mc 16, 10-11). El evangelio de Juan acoge y trasforma ese motivo, diciendo que Magdalena fue la primera al sepulcro y que, encontrándolo vacío, avisó a Pedro y al otro discípulo, que vinieron corriendo, para ver y marcharse después. Ellos se van, pero María queda en el jardín y conoce a Jesús cuando le llama ¡María!, y le pide después que “deje de tocarle” y salga, para dar testimonio de su experiencia a los discípulos. En el centro de esta experiencia pascual hay una voz que llama de un modo personal (¡María!), (¡pues el ver no basta, no aclara!), y, sobre todo, un encuentro personal que se expresa a modo de toque o presencia. Pues bien, precisamente allí donde ese “toque” (¡suéltame, no me toques más! mê mou haptou: cf. Jn 20 17) se cumple y “culmina”, de forma que Magdalena se marcha, tomando distancia, para hablar a los discípulos restantes se puede afirmar que ha existido experiencia de Jesús resucitado. María Magdalena, cuya figura aparece a toda luz en la experiencia de la pascua, ha sido y sigue siendo una de las figuras principales de la historia de Jesús. Esa experiencia transmitida por el final canónico de Marcos por Juan es muy significativa, pero debe tomarse con mucha precaución, pues no estamos ante un testimonio directo de las mujeres, sino ante lo que dice de ellas unos testigos varonres.
2. Simón Pedro. La manifestación de Jesús a Pedro se encuentra también en el fondo de la narración de Mc 16, 7 y de Jn 21, 15, 17, pero sólo ha sido evocada expresamente por Lucas y Pablo. A su vuelta a Jerusalén, los caminante de Emaús encuentran a los discípulos reunidos, exclamando: «Ha resucitado verdaderamente el Señor y se ha aparecido a Simón» (Lc 24, 34). Todo nos permite supone que estas palabras constituyen la confesión de unos cristianos que apoyan su fe sobre el testimonio de Pedro. En esa línea se sitúa 1 Cor 15, 5 cuando describe la aparición a Pedro como la primera de las experiencias pascuales que son el fundamento de la confesión creyente de la Iglesia: «Se apareció a Cefas y después a los Doce…». Es muy probable que, conforme a la palabra de Mc 16, 7, hayan sido María Magdalena y las mujeres las que han puesto a Pedro en camino hacia Jesús. Por eso, la visión de Pedro, siendo primera en sentido oficial (conforme a 1 Cor 15, 5), es segunda en sentido histórico, pues estuvo precedida por la experiencia de María. Tampoco sabemos cómo ha sido esta “visión”, qué posibles elementos auditivos (cf. 2 Ped 1, 17) y visuales ha tenido, qué elementos de interpretación personal. Es muy posible que haya sido una experiencia de conversión tras el abandono.
3. Los Doce. Significativamente, la experiencia de los Doce en cuanto tales sólo ha sido atestiguada por 1 Cor 15, 5, pues según Lc 24, 36-49 y Jn 20, 19-23 los destinatarios de la experiencia fundante de la iglesia no fueron los Doce sino un grupo indeterminado y quizá más grande de discípulos (cf. Jn 20, 19), reunidos con los once (los Doce menos Judas Iscariote: cf. Lc 24, 33). Por su parte, los que vieron a Jesús en el monte de Galilea, según Mt 28, 16, fueron los once, que forman ya un grupo nuevo y abierto, que simboliza a todos los misioneros de la Iglesia. A diferencia de esos testimonios, Pablo recuerda la experiencia de los Doce, recogiendo de esa forma una antigua tradición cristiana, que sirve para marcar la continuidad entre los Doce mensajeros prepascuales de Jesús, que eran signo de la apertura de su mensaje a las tribus de Israel, y los Doce testigos pascuales de la primera iglesia. Es evidente que ellos se toman aquí (en 1 Cor 15, 5) en sentido oficial, como un grupo que ha tenido una función en la vida de Jesús y en el comienzo de la Iglesia (quizá todavía en tiempo de Pablo). Ellos no pueden entenderse en sentido numérico estricto, pues falta Judas, «uno de los Doce» (cf. Mt 26, 14.47; Mc 14, 10.43, Jn 6, 61). Los once restantes bastarían para cumplir la función encomendada, aunque es más probable que para mantener el grupo se haya incluido a Matías, en el principio de la iglesia (cf. Hech 1, 12-26). Sea como fuere, los Doce han sido por un tiempo (hasta su disolución como grupo) testigos de Jesús resucitado.
4. Quinientos hermanos. Vienen después de Pedro y de los Doce y se dice que «muchos de ellos viven hasta ahora, algunos han muerto». Ellos pueden ser los miembros de la primera iglesia de Jerusalén (en la línea de Lc 24 Jn 20), aunque parece preferible vincularlos a las comunidades cristianas de Galilea), que no sólo escucharon al Jesús de la historia, sino que celebraron al Cristo pascual, como puede verse en el fondo de la tradición de las multiplicaciones (de las que hemos tratado en cap. 8). En ese contexto, el Jesús pascual se hace “presente” allí donde se comparte el pan, en una celebración de tipo eucarístico (cf. cap. 21, con Mc 16, 14-18). La experiencia pascual expresa una forma de vivir en comunión, retomando lo que ha sido la historia de Jesús y su proyecto de vinculación mesiánica, partiendo de los marginados, en torno a la mesa compartida. De esa manera, la pascua no destruye y niega, sino que reinterpreta y universaliza lo que ha sido la historia de Jesús.
5. Santiago. Pablo reconoce la experiencia pascual de Santiago, el hermano del Señor (Gal 1, 19). Eso significa que, en un momento dado, acepta como válida su visión eclesial y su teología, aunque él haya seguido un camino distinto y mantenga su diferencia respecto de otros grupos de cristianos, sobre todo de línea paulina. Santiago ha terminado siendo representante de la iglesia judeocristiana que ha tenido dificultades para admitir la validez “judía” (mesiánica) de la misión paulina. Entre los diversos caminos o trayectorias de la iglesia, Santiago representa la línea más vinculada al judaísmo y, en esa línea, él interpreta a Jesús resucitado como culminación de Israel, pero sin superar las fronteras de la Ley del judaísmo, dentro del cual habría que entender su resurrección. A su juicio habría que esperar la conversión del pueblo judío y sólo en un segundo momento se podría llevar la palabra de Jesús a los gentiles. Sea como fuere, esta “recuperación pascual” de Santiago, el hermano de Jesús, vuelve a situarnos de lleno ante la historia de Jesús, recuperada ahora por su familia, en unas claves que pueden compararse con las de Pedro y Pablo, pero que, sin duda, son muy distintas. .
6. Todos los apóstoles. Vienen después de Santiago, pero antes que Pablo. Ellos son evidentemente los representantes de la iglesia helenista de Jerusalén, a la que alude Hech 6-7; son los primeros fundadores de la iglesia en cuanto tal, en el sentido de enviados o portadores de un mensaje de salvación universal, abierta por encima de Israel a todos los pueblos. Pablo dice, de un modo abierto, «todos los apóstoles», no cita ni precisa el número. Pueden ser bastantes, varones y mujeres, son creadores de iglesias. La experiencia de Jesús resucitado es una “presencia activa”, que impulsa a ofrecer el testimonio de Jesús, para ampliarlo, en forma misionera. En el principio de la acción misionera, es decir, de la apertura del mensaje de Jesús hay, por tanto, una experiencia de resurrección, es decir, de presencia de Jesús, como aquel que está vivo. En esa línea, se podrá añadir que no han experiencia pascual sin misión o envío, es decir, sin que se asuma y expanda el mensaje mesiánico. En el fondo, ver a Jesús y comprometerse por su Reino es lo mismo. En el fondo de la experiencia pascual está la certeza de que el proyecto de Jesús sigue adelante.
7. Pablo: «Y como a último de todos, como a un aborto, se me apareció también a mí». Es evidente que Pablo se sitúa en la línea de los helenistas, como culminando un camino que ellos han iniciado y oponiéndose, de alguna forma, a Pedro que está al principio de la lista. Esta experiencia de Pablo ha de tomarse básicamente en forma de llamada o vocación: “Pero cuando Dios, quien me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar a su Hijo en mí para que yo lo anunciase entre los gentiles…” (Gal 1, 15-16). Pablo no dice “cómo ha visto” a Jesús, ni cómo ha escuchado su voz, como voz de Dios, si en forma “corporal” o no corporal (cf. 2 Cor 12, 1-3). Pero es evidente que ha tenido una experiencia de Dios, vinculada a la presencia de Jesús resucitado.
8 ¿Y tú, qué has experimentado en la Pascua? Las apariciones pascuales no tuvieron un mismo contenido, ni una misma forma externa. Más que apariciones en sentido visionario pueden ser, en general, experiencias de pascua (es decir, de la presencia de Jesús), vividas en conexión, unas con otras, formando así una especie de abanico pascual, que Pablo ha sabido reconocer en 1 Cor 15, aunque ha dejado fuera el testimonio de las mujeres. Este testimonio múltiple de “presencia de Jesús” crucificado es lo que define la pascua cristiana, la nueva experiencia del evangelio. Cristianos son los que “saben” que Jesus vive, porque le han “experimentado”. La experiencia (visión personal) de la vida de un muerto como Jesús (de un muerto que es Jesús): esa es la esencia del cristianismo.