La Inmaculada
María es la exaltación máxima de la mujer, sin su consentimiento no hubiese sido posible la Encarnación. Dice un canto mariano "...en esta hermana nuestra el que hizo tierra y cielo: el Dios omnipotente un día se encarno". Misterio sublime el de nuestro Dios, unido a sus criaturas hasta el extremo: nace de mujer (Gal 4,4.5).
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